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Las organizaciones que llevan un tiempo certificadas en la norma UNE-EN ISO 14001 se suelen enfrentar a un problema común: el de garantizar la mejora continua año tras año. Si bien es cierto que en los primeros años de rodaje del sistema de gestión ambiental resulta relativamente fácil plantear objetivos que permitan una reducción de la significancia de los impactos ambientales, no lo es menos que, conforme transcurren los años, esta labor es cada vez más difícil. Poder demostrar ante las entidades de certificación que la organización aborda programas de gestión ambiental que permiten reducir la significancia de los aspectos se convierte en una tarea ardua y origen de no pocas “no conformidades”. A qué responsable de sistema no le resulta familiar la pregunta “¿qué objetivos de medio ambiente propongo para este año?”

Una buena respuesta para esta pregunta sería la siguiente: objetivos ambientales basados en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Como sabéis, los gases con efecto invernadero son aquellos cuya presencia en la atmósfera contribuyen al denominado “calentamiento global”. Los más importantes están presentes en la atmósfera de manera natural (vapor de agua, dióxido de carbono, metano, ozono, …), aunque su concentración puede verse modificada por la actividad humana. No obstante, también entran en este concepto algunos gases artificiales, producto de la industria (como los clorofluorocarbonos). Esos gases contribuyen más o menos de forma neta al efecto invernadero por la estructura de sus moléculas y, de forma sustancial, por la cantidad de moléculas del gas presentes en la atmósfera.

Para plantear este objetivo, obviamente, debemos de conocer de manera previa la cantidad de gases de efecto invernadero que nuestra organización emite a la atmósfera en la actualidad. Para ello, debemos utilizar una metodología que esté basada en las siguientes premisas:

1)      Relacionar todas las actividades que generan emisiones de gases de efecto invernadero, tanto de forma directa como indirecta

2)      Establecer una metodología de cálculo de estas emisiones sustentada en criterios objetivos.

3)      Calcular el volumen de emisiones de este tipo de gases en la actualidad

4)      Plantear un programa de gestión ambiental orientado a la reducción de estas emisiones

La complejidad del objetivo en cuestión –dependiente de manera directa de la actividad a la que se dedique nuestra organización- nos puede permitir plantearlo para que sea conseguido en plazos más o menos amplios de tiempo (que suelen superar el año).

Como habréis podido comprobar, el principal escollo se encuentra en la segunda de las premisas, ya que existen multitudes metodologías de cálculo de las emisiones. Una buena guía que podéis utilizar es la que ha diseñado la Generalitat de Catalunya, a la que puedes acceder pinchando aquí (http://www20.gencat.cat/docs/canviclimatic/Home/Politiques/Politiques%20catalanes/La%20mitigacio%20del%20canvi%20climatic/Guia%20de%20calcul%20demissions%20de%20CO2/110301_Guia%20practica%20calcul%20emissions_rev_ES.pdf)

Cada vez son más las organizaciones que utilizan estos tipos de objetivos ambientales como medio para asegurar su mejora ambiental. Uno de los ejemplos más recientes es el del Hospital de Poniente, en El Ejido. Este centro ha reducido sus emisiones de gases de efecto invernadero en 274 toneladas de CO2 durante los primeros ocho meses de 2012, lo que supone un descenso del 11,6% con respecto al mismo periodo del año anterior. Para ello, su Plan de Gestión, Ahorro y Eficiencia Energética recoge diversas iniciativas para mejorar el rendimiento de las instalaciones de climatización, calefacción e iluminación, entre otras, con el fin de obtener un mejor aprovechamiento de la energía consumida en el centro.

¿Necesitas más información o estás interesado en que te asesoremos en relación a otras posibilidades de mejoras ambientales para tu organización? Contacta con nosotros. Estaremos encantados de ayudarte.

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